quarta-feira, julho 31, 2013

Todo lo que dijo el Papa Francisco en el avión de Río de Janeiro a Roma

El Papa Francisco respondió este lunes durante hora y media, en el vuelo de regreso a Roma tras participar en la JMJ de Río de Janeiro, a preguntas de los periodistas sobre las cuestiones más variadas, desde la reforma de la Curia a la homosexualidad, pasando por lo que llevaba en el maletín que le acompañó a Brasil. Por su interés, reproducimos aquí el contenido de sus palabras en el avión.
Reforma del Vaticano
«Los pasos que fui dando en estos cuatro meses y medio, vienen de dos vertientes: el contenido de lo que había que hacer, todo, viene de la vertiente de las congregaciones generales que tuvimos los cardenales. Fueron cosas que los cardenales pedimos al que iba a ser el nuevo Papa. Yo me acuerdo que pedía muchas cosas, pensando en otro. O sea, pedíamos, hay que hacer esto….por ejemplo, la comisión de ocho cardenales, sabemos que es importante tener una consulta outsider, no las consultas que se tienen, sino outsider. Y esto va en la línea – aquí hago como una abstracción, pensando, pero para explicarlo- en la línea, cada vez de la maduración de la relación entre sinodalidad y Primado. O sea, estos ocho cardenales favorecen la sinodalidad, ayudan a que los diversos episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo gobierno de la iglesia.
Muchas propuestas pendientes
Hay muchas propuestas que se hicieron, que todavía no están puestas en práctica, como la reforma de la Secretaría del Sínodo, en la metodología; como la comisión post-sinodal que tenga carácter permanente de consulta; como los consistorios cardenalicios con temáticas no tanto formales -como por ejemplo la canonización-, sino también temáticas, etc. Bueno, la vertiente de los contenidos viene de ahí.
Reforma económica
La segunda vertiente es la oportunidad. Les confieso, a mí no me costó, al mes de pontificado, armar la comisión de los ocho cardenales, que es una cosa… La parte económica yo pensaba tratarla el año que viene, porque no es lo más importante que había que tocar. Sin embargo, la agenda se cambió debido a circunstancias que ustedes conocen, que son de dominio público y que aparecieron problemas y que había que enfrentarlos. El primero, el problema del IOR, o sea, cómo encaminarlo, cómo delinearlo, cómo reformularlo, cómo sanear lo que haya que sanear, y ahí está la primera comisión de referencia, ese es el nombre. Ustedes conocen el chirógrafo, lo que se pide, los integrantes y todo. Después tuvimos la reunión de la comisión de los quince cardenales que se ocupan de los aspectos económicos de la Santa Sede. Son de todas partes del mundo. Y ahí, preparando esa reunión se vio la necesidad de hacer una misma comisión de referencia para toda la economía de la Santa Sede. O sea, que se tocó el problema económico fuera de agenda, pero estas cosas suceden cuando en el oficio de gobierno ¿cierto?, uno va por aquí, pero le patean un golazo de allá y lo tiene que atajar, ¿no es cierto? Entonces, la vida es así y, eso es lo lindo de la vida también.
El banco del Vaticano
No sé cómo acabará el IOR. Algunos dicen que tal vez es mejor que sea un banco, otro que es mejor que sea un fondo de ayuda, otros proponen cerrarlo. Se escuchan estas voces. Yo no sé. Me fío del trabajo de las personas del IOR, que están trabajando sobre esto, y también de la comisión. El presidente del IOR continúa, mientras que el director y el vicedirector han presentado su dimisión. No sabría decir cómo terminará esta historia. Pero esto es bonito. Se busca, se encuentra. Somos humanos. Debemos encontrar lo mejor. Las características del IOR – ya sea un banco, un fondo de ayuda o lo que sea- serán transparencia y honestidad. Debe ser así.
El contenido del maletín
No había dentro el código de la bomba atómica. Lo llevaba yo porque siempre lo he hecho en los viajes. Dentro llevo las cosas de afeitar, el breviario, la agenda, un libro para leer. Llevo uno sobre Santa Teresita, de la que soy devoto. Siempre llevo el maletín cuando viajo, es normal. Debemos ser normales. Es un poco extraño eso de que la foto haya dado la vuelta al mundo. Debemos habituarnos a ser normales. A la normalidad de la vida
El apartamento papal
Me he quedado en Santa Marta porque yo no podría vivir solo en el palacio. No es lujoso, el apartamento pontificio no es tan lujoso. Es amplio y grande, pero no lujoso. Pero yo no puedo vivir solo o con un grupito pequeño. Necesito la gente, ver a la gente, hablar con la gente. Por eso cuando los chicos de las escuelas de los jesuitas me preguntaron si era por austeridad o por pobreza, les dije que no. Es por motivos psiquiátricos, porque psicológicamente no puedo. Cada uno debe vivir su vida, con su modo de vivir y de ser. Los cardenales que trabajan en la Curia no viven como ricos. Viven en apartamentitos. Los que conozco, son austeros. Cada uno debe vivir como el Señor le pide. Una austeridad general es necesaria para todos los que trabajamos en el servicio de la Iglesia. Hay muchas modalidades de austeridad, cada uno de buscar su camino.
Santos y no tan santos en la Curia
Hay santos en la curia: cardenales, sacerdotes, obispos, monjas, laicos… Es gente que reza, que trabaja mucho y que también va a escondidas al encuentro de los pobres. Sé de algunos que dan de comer a los pobres o que, en su tiempo libre, van a hacer ministerio en una iglesia u otra, pues son sacerdotes. Y también hay en la curia alguno que no es tan santo. Y esos son los que hacen más ruido. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Y me duelen esas cosas. Hay algunos que provocan escándalo. Tenemos este monseñor (Battista Ricca) en prisión. Y no ha ido a la cárcel porque se pareciera precisamente a la beata Imelda… No es un santo. Estos escándalos hacen daño.
Poca resistencia a los cambios
Si hay resistencia, por ahora yo no la he visto. Es verdad que tampoco he hecho tantas cosas. Lo que sí he encontrado es ayuda y gente leal. Por ejemplo, a mí me gusta que una persona me diga: ‘No estoy de acuerdo. Esto no lo veo, no estoy de acuerdo. Yo se lo digo y luego haga usted lo que quiera’. Esto es un verdadero colaborador, y los he encontrado. Pero los que dicen: “Qué bien, qué bien, qué bien”, y luego dicen lo contrario en otra parte… No he notado resistencias. En cuatro meses no se pueden encontrar muchas.
Aborto y matrimonio homosexual
La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre eso (en la JMJ), como tampoco hablé sobre la estafa, la mentira ni otras cosas sobre las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara. No era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que abren camino a los chicos, ¿no es cierto? Además, los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia.
El olfato de los fieles
El trabajo de obispo es bonito. El problema es cuando alguien quiere serlo. Eso ya no es tan bonito, eso no es del Señor. Pero cuando el Señor llama a un sacerdote a convertirse en obispo, eso es bonito. Existe siempre el peligro de creerse un poco superior a los otros, un poco “príncipe”. Son peligros y pecados. Pero el trabajo de obispo es bonito, es ayudar a los hermanos a avanzar. El obispo, delante de los fieles para señalar el camino. El obispo, en medio de los fieles para ayudar a la comunión. El obispo, detrás de los fieles porque los fieles con frecuencia tienen el olfato del camino a seguir. Me preguntaba si me gusta… Sí, me gusta ser obispo. En buenos Aires he sido muy feliz. El Señor me ha ayudado en eso. Como obispo he sido feliz, como sacerdote he sido feliz. ¡Me gusta! Cuando el Señor te pone ahí (de Papa), si tú haces lo que el Señor quiere, eres feliz. Eso es lo que siento.
Enjaulado en el Vaticano
¡Cuántas veces me hubiera gustado pasear por las calles de Roma! Porque a mí me gusta andar por la calle. Me gustaba mucho, y en ese sentido me siento un poco enjaulado. Pero tengo que decir que los de la Gendarmería Vaticana son buenos, son realmente buenos y les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer algunas cosas más, pero es su deber garantizar la seguridad. Me siento enjaulado en el sentido de que a mí me gustaría andar por la calle, pero entiendo que no es posible. Como decimos en Buenos Aires, yo era un sacerdote “callejero”.
Las críticas a la renovación carismática
Sobre el movimiento de la renovación carismática, les diré que a finales del 70, inicios de los 80, yo no los podía ver. Una vez, hablando de ellos, dije: “Estos confunden una celebración litúrgica con una escuela de samba”. Eso dije, y me he arrepentido. Después les conocí mejor. Ahora creo que este movimiento hace mucho bien a la Iglesia, vive en la Iglesia. En Buenos Aires me reunía a menudo con ellos y celebraba una misa una vez al año con todos en la Catedral. Los he favorecido, desde que me “convertí” cuando vi el bien que hacían. Porque en este momento de la Iglesia -y amplío un poco la respuesta-, los movimientos son necesarios. Los movimientos son una gracia del Espíritu. ¿Pero cómo se puede sostener un movimiento que es tan libre? ¡También la Iglesia es libre! El Espíritu Santo hace lo que quiere, después Él hace el trabajo de la armonía. Pero creo que los movimientos son una gracia, esos movimientos que tienen el Espíritu de la Iglesia. Por eso creo que el movimiento de renovación carismática no sólo sirve para evitar que algunos pasen a las confesiones pentecostales. ¡No! Sirven a la Iglesia misma, que se renueva. Cada uno busca un movimiento según su carisma, donde lo lleva el Espíritu.
Una profunda teología de la mujer
Una Iglesia sin mujeres es como el Colegio Apostólico sin María. El rol de la mujer en la Iglesia no es sólo la maternidad, la madre de familia, sino que es más fuerte, es la imagen de la Virgen, esa que ayuda a crecer a la Iglesia. La Virgen es más importante que los Apóstoles. La Iglesia es femenina, es Esposa, es Madre. El papel de la mujer en la Iglesia no es sólo el de mamá, que trabaja, que da… Es otra cosa. Pablo VI escribió algo muy hermoso sobre las mujeres, pero creo que debemos avanzar en la explicitación de este papel y carisma de la mujer en la Iglesia. No se puede entender una Iglesia sin mujeres. Pero mujeres activas en la Iglesia, con su perfil, que vayan adelante. En la Iglesia hay que pensar en la mujer en esta perspectiva de decisiones arriesgadas, pero como mujer. Creo que todavía no hemos hecho una profunda teología de la mujer en la Iglesia. Sólo un poco de esto y de lo otro: lee la lectura, mujeres monaguillo, es la presidenta de Cáritas…Pero hay más. Hay que hacer una profunda Teología de la mujer.
Benedicto XVI: como con el abuelo en casa
La última vez que hubo dos o tres papas. no se hablaban entre ellos. Se peleaban a ver quién era el verdadero. Tres llegaron a haber durante el Cisma de Occidente. Hay algo que califica mi relación con Benedicto: yo lo quiero mucho. Siempre lo quise mucho, para mí es un hombre de Dios, es un hombre humilde, que reza. Yo fui muy feliz cuando fue elegido Papa. También cuando él renunció fue para mí un ejemplo de grandeza. Un hombre de Dios, un hombre de oración. Ahora vive en el Vaticano y algunos me dicen “pero cómo puede ser eso, dos Papas en el Vaticano, pero no te molesta, él no te hace la revolución en contra?”. Yo encontré una frase: es como tener al abuelo en casa, pero un abuelo sabio. En una familia el abuelo está en casa, es venerado, es amado, es escuchado. ¡Es un hombre de una prudencia! No se entromete. Yo le dije muchas veces: “Santidad, haga su vida, reciba gente, venga con nosotros…”. Vino para la inauguración de la estatua de San Miguel… Para mí, esa frase dice todo: es como tener el abuelo en casa, es mi papá. Si yo tuviera una dificultad o tengo algo que no entiendo, puedo llamarlo.
Ordenación de mujeres sacerdotes
Como dije, sobre la participación de las mujeres en la Iglesia no podemos limitarnos a que hagan de monaguillo, de presidenta de Cáritas, de catequista… ¡No! Tiene que haber algo más, incluso místicamente, como lo que dije de la teología de la mujeres. En cuanto a la ordenación (sacerdotal) de las mujeres la Iglesia ha hablado y dice “no”. Lo ha dicho Juan Pablo II, y con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada. Pero sobre esto quiero decirles algo: la Virgen María era más importante que los Apóstoles y que los obispos y que los diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de explicitar mejor, porque creo que todavía falta una explicitación teológica sobre esto.
Divorciados vueltos a casar
Este es un tema que se pregunta siempre. La misericordia es más grande de los casos de que usted menciona. Yo creo que ésta es la época de la misericordia. Este cambio de época y también tantos problemas de la Iglesia como el mal comportamiento de algunos sacerdotes e incluso la corrupción en la Iglesia, el problema del clericalismo… han dejado muchas personas heridas. Y la Iglesia es madre, debe ir a curar a los heridos con misericordia. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos otra alternativa. Antes de nada, curar los heridos. La Iglesia es mamá.
«Este problema hay que estudiarlo en el marco de la pastoral matrimonial» 
Debe ir en este camino de la misericordia, encontrar una misericordia para todos. Cuando el hijo pródigo volvió a casa, el papá no le dijo “siéntate y escucha: qué hiciste con el dinero”. No, hizo una fiesta. Quizás luego, cuando el hijo quiso hablar, habló. Pero no sólo esperó, fue a encontrarlo. Esto es misericordia, esto es “kairós”. Esta primera intuición la tuvo Juan Pablo II, cuando él comenzó con Faustina Kowalska, la divina Misericordia. Había intuido que era una necesidad de este tiempo. En cuanto el problema de la comunión a las personas en segunda unión, porque los (sólo) divorciados sí pueden hacer la comunión, creo que esto es necesario mirarlo en el contexto de la pastoral matrimonial. Esto es un problema. Pero abro un paréntesis: los ortodoxos tienen una praxis diferente. Ellos siguen la teología de la economía, otorgan una segunda posibilidad y cierro paréntesis. Creo que este problema hay que estudiarlo en el marco de la pastoral matrimonial. Y por eso es uno de los temas a consultar con los ocho del consejo de cardenales, que nos reuniremos el 1, 2, 3 de octubre. Este problema se planteará allí.
Pastoral matrimonial profunda
Y otra segunda cosa, hace quince días estuvo conmigo el secretario del Sínodo de Obispos, para el tema del próximo sínodo. Es un tema antropológico, pero hablando y hablando vimos que este tema antropológico hay que tratarlo en la pastoral matrimonial profunda. Estamos en camino hacia una pastoral matrimonial profunda. Les diré una cosa: mi antecesor, el cardenal Quarracino decía que para él la mitad de los matrimonios eran nulos porque se casan sin madurez, se casan sin darse cuenta de que es por toda la vida, quizás se casan por motivos sociales… Y esto entra en la pastoral matrimonial. Y también el problema judicial de la nulidad de matrimonios. También lo debemos revisar, porque los tribunales eclesiásticos no bastan para eso. El problema de la pastoral matrimonial es complejo.
«Me siento jesuita en mi espiritualidad»
Los jesuitas hacen votos de obediencia al Papa. Pero si el Papa es jesuita, quizá… ¡tendría que hacer voto de obediencia al Padre General de los Jesuitas! No sé cómo se soluciona esto. Yo me siento jesuita en mi espiritualidad, en la espiritualidad de los Ejercicios, en la espiritualidad que llevo en el corazón. Me siento tan jesuita que dentro de tres días iré a festejar con los jesuitas la fiesta de San Ignacio. Celebraré misa a la mañana. No he cambiado espiritualidad. Franciscano, no. Sigo pensando como jesuita. No hipócritamente, pero pienso como jesuita.
Una ciática dolorosísima
Cosas malas (en estos cuatro meses) no ha habido. Cosas buenas sí. Una cosa dolorosa, que me ha golpeado el corazón, fue la visita a Lampedusa. Cuando llegan estos barcos, los dejan a algunas millas de distancia de la costa y ellos tienen que llegar solos. Ha sido doloroso porque pienso que esas personas son víctimas del sistema socioeconómico mundial. Pero la cosa peor fue una ciática, de verdad. La tuve en el primer mes. Fue dolorosísimo. No se la deseo a nadie.
«Vatileaks»
Te voy a contar una anécdota sobre el informe “Vatileaks”. Cuando fui a ver al papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos en el estudio, y vi una caja grande y un sobre grueso. Benedicto me dijo: en esta caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el resumen y las conclusiones finales están en este sobre. Y aquí se dice esto, esto, esto… Lo tenía todo en la cabeza. Pero no, no me he asustado. Es un problema grande, pero no me he asustado.
Juan XXIII
Juan XXIII es la figura del sacerdote rural. El cura que ama a cada uno de sus fieles y sabe cuidar a sus fieles. Y esto lo hacía como arzobispo, como nuncio… Es un cura de aldea bueno, y con un sentido del humor muy grande y una gran santidad. Cuando era nuncio, algunos no lo apreciaban en el Vaticano y cuando llegaba a traer cosas o a pedir alguna en las oficinas, lo hacían esperar. Nunca se quejaba. Rezaba el rosario, leía el breviario… Era un hombre humilde. Y también se preocupaba por los pobres. Una vez, el cardenal Casaroli volvió de una misión, creo que en Turquía o en la antigua Checoslovaquia, y fue a verlo para informarle de la misión, en aquellos tiempos de la diplomacia de pequeños pasos. Cuando Casaroli se marchaba, lo paró y le dijo: excelencia, una pregunta: ¿usted continúa yendo a visitar a aquellos jóvenes reclusos en la cárcel de menores de Casal del Marmo? El cardenal le dijo que sí. “No les abandone nunca”. Era grande.
Juan Pablo II
Juan Pablo II fue “el gran misionero de la Iglesia”. Un hombre que llevaba el Evangelio a todas partes. ¡Es un san Pablo! Celebrar las dos ceremonias de canonizaciones juntas es un mensaje a la Iglesia. También siguen su curso las causas de Pablo VI y del papa Luciani. Para la fecha de canonización yo pensaba en el 8 de diciembre, pero hay un problema serio con los que son pobres y vienen de Polonia. Los que tienen dinero pueden venir en avión, pero los pobres vienen en autobús, y en diciembre hay hielo en la carretera. Creo que hay que repensar la fecha. He hablado con el cardenal Dziwisz (de Cracovia) y hemos visto dos posibilidades. O Cristo Rey de este año o el Domingo de la Misericordia del próximo año. Creo que queda poco tiempo para Cristo Rey de este año. Debo hablar con el cardenal (Ángelo) Amato (prefecto de Causas de los Santos) sobre esto, pero no creo que sea el 8 de diciembre.
Dios perdona los pecados, y los olvida
Respecto a monseñor (Battista) Ricca, hice lo que el Derecho Canónico ordena, que es la investigación previa. Y de esa investigación no resultó nada de lo que le acusan. No hemos encontrado nada. Pero yo querría añadir una cosa sobre esto. Veo que tantas veces en la Iglesia, respecto a este caso y a otros, se va a buscar los “pecados de juventud”, por ejemplo, y se publican. Hablo de los pecados, no de los delitos, ¿eh?. Los delitos son otra cosa. El abuso de menores es un delito. Pero si una persona –laica, sacerdote, o monja— comete un pecado y luego se arrepiente, el Señor la perdona. Y cuando el Señor perdona, olvida. Y esto es importante para nuestra vida. Cuando nos confesamos, el señor perdona y olvida. Y nosotros no tenemos derecho a no olvidar. Porque corremos el riesgo de que el señor tampoco se olvide de nuestros pecados. Es un peligro. Muchas veces pienso en San Pedro. Cometió uno de los peores pecados, renegar de Cristo. Y con ese pecado lo hicieron Papa.
«¿Quién soy yo para juzgar a los gays?»
Usted menciona el lobby gay. Se escribe mucho del lobby gay. Todavía no me encontrado con nadie que me enseñe el carné de identidad en el Vaticano que diga “gay”. Dicen que los hay. Cuando uno se encuentra con una persona así, debe distinguir entre el hecho de ser gay del hecho de hacer lobby, porque no todos los lobbies son buenos. Eso está mal. Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bonita. Dice que “no se debe marginar a estas personas por eso, deben ser integradas en la sociedad”. El problema no es tener esta tendencia. No. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby. De esa tendencia o lobby de los avaros, de los políticos, de los masones... Tantos lobbies. Ese es, para mí, el problema más grave. Y le agradezco mucho que me haya hecho esta pregunta. Gracias a todos. Texto do jornalista Juan Vicente Boo, do jornal espanhol ABC, com a devida vénia